Una historia real que te romperá el corazón antes de sanarlo
Imagínate esto: la lluvia golpeando con furia los cristales de un sedán de lujo, estacionado al borde de un bosque oscuro. El cielo llora como si supiera la tragedia que está por suceder. Richard Hale, un empresario de millones, sale del auto arrastrando a una niña de cinco años como si fuera basura. La pequeña Lily Grace, con fiebre y las piernitas temblorosas, apenas puede sostenerse. Pero lo más cruel no es la enfermedad, sino el abandono.
Richard camina hacia el bosque, sin mirar atrás. Arroja a Lily en el lodo, bajo la tormenta, y se va. El vestido rosa de la niña se empapa, y ella, sorda de nacimiento, queda inconsciente, sola en la oscuridad.
Pero la naturaleza tenía otros planes. Desde las sombras, un caballo blanco magnífico observa la escena. Tormenta, como lo llaman en la granja Walker, siente el peligro y se acerca con pasos cuidadosos. Con una gentileza imposible para un animal tan grande, agarra el vestido de Lily con los dientes y la arrastra, esquivando ramas y piedras, hasta la seguridad de su hogar.
En la granja Walker, Ana, la hija del granjero, siempre deja una lámpara encendida en el establo durante las noches de tormenta. Tormenta conoce bien ese lugar, aunque prefiere vagar libremente por los alrededores. Son las 4:23 de la madrugada cuando Ana despierta por el relincho insistente del caballo. Se pone las botas de ule y un abrigo pesado sobre el camisón, y sale al establo. Lo que ve la deja helada.
Tormenta está echado en la paja, su pelaje blanco manchado de lodo. Pero lo que hace que Ana se lleve las manos a la boca es la pequeña figura a su lado, protegida por el cuerpo masivo del animal. Una niña tiembla violentamente, a pesar del calor que emana de Tormenta.
—¡Papá! —grita Ana.
Samuel Walker, un granjero viudo de 45 años, llega corriendo. La fiebre de la niña es peligrosa. Samuel la carga con cuidado mientras Ana prepara mantas secas. Cuando intentan hablarle, se dan cuenta de que no puede escuchar nada. Pero sus ojos verdes esmeralda muestran una inteligencia aguda.
—¿Cómo te llamas, pequeña? —pregunta Ana, con voz suave.
Lily mira a Ana, mueve los labios y forma la palabra “Lily”. Ana la entiende, y sonríe.
—No te preocupes, Lily. Aquí estás a salvo.
Los Walker cuidan a Lily toda la noche con hierbas medicinales y mucho amor. Cuando finalmente despierta, la niña logra comunicar su nombre y, al ver a Tormenta por la ventana, una pequeña sonrisa aparece en sus labios.
La mañana siguiente, una llamada cambia todo. Nancy Cooper, de la tienda general, avisa que un hombre rico de Nueva York está preguntando por toda la ciudad si alguien ha visto a una niña.